Mi inquilino realquila mi casa en AirBnb, ¿Qué hacer?

Los contratos de arrendamiento están para cumplirlos y en casi todos los suscritos se incluyen cláusulas que prohíben el ‘subarriendo’ o realquilar, a no ser que se acuerde entre las partes y por escrito con una consecuente subida en el alquiler.

Madrid, a 5 de junio de 2019

Un día, de repente, un vecino nos llama por teléfono y nos dice que cree que la vivienda que le tenemos alquilada a esa chica tan maja entran y salen cada fin de semana personas distintas y siempre con maletas, como si fuera turistas.

Entonces, al poco de dar unas vueltas por los portales de alquiler turísticos nos damos cuenta que Alicia -nombre ficticio- está alquilando por 60€ al día la casa que yo le alquilo a 700€/mes. Contando una ocupación del 80% de media nos sale más del doble de la renta que paga por el alquiler. En prácticamente la totalidad de los contratos de arrendamientos se incluye la prohibición de ‘subarriendo’ total o parcial -por habitaciones, por ejemplo-, pero una cosa es lo que aguanta el papel y otra la realidad.

Ana Latorre y Daniel Sanz, socios de MAR REAL ESTATE Madrid Chamberí nos cuentan un caso que tuvieron hace un tiempo, “un cliente tuvo este problema y solo le quedó preparar una demanda judicial hasta que se negoció la salida: se tardó 4 meses en liquidar el contrato; este tipo de personas son profesionales: nunca contestan, no recogen los burofaxes y juegan a desesperar al arrendador que normalmente es un particular”.

A nivel técnico los contratos, según dice Latorre “suelen prohibirlo pero no indican penalizaciones si se hacen con lo que solo queda rescindir el contrato sin penalización porque no se ha estipulado” por eso, “hay que indicar una penalización que no sea declarada por un tribunal como abusiva”; meterse en juicios compensa a partir de una determinada cantidad y las penalizaciones ayudan “a que compense y a hacer ver a nuestro posible inquilino que si le pillamos de poco o nada le va a valer haberse lucrado ilegalmente”.

¿Cómo actuamos?

Lo primero que recomendamos es ir a un notario y realizar delante de él una reserva y que levante acta de todo: quién hace a reserva, la fecha y dirección del inmueble que se reserva, el coste de la misma y todos los pormenores.

Posterior a esa acta, notificamos fehacientemente a nuestra inquilina que tenemos conocimiento de que está subarrendando la vivienda sin autorización nuestra; que cese la actividad ilegal y no permitida y le indicamos que rescindimos unilateralmente el contrato por incumplirlo de la arrendataria.

Nuestra inquilina intentará negociar que con una subida del alquiler le dejemos seguir con el subarriendo. “Si nuestro inquilino nos ha engañado una vez, lo podrá hacer más veces; nosotros recomendamos rescindir siempre el contrato a no ser que la subida sea muy sustancial” nos indica Sanz.

En el caso de negarnos a aceptar una subida, en palabras de Sanz, “esta persona va a intentar aburrirnos para alargar su salida y su lucro. Juegan con que judicialmente se puede alargar todo un año y como no hay penalización ninguna lo único que van a conseguir es desahuciarla sin penalización”.

Aquí es clave redactar muy bien y anotar las penalizaciones oportunas para evitar que nuestro inquilino quiera entrar en el lucroso mercado del subarriendo ilegal. Latorre y Sanz al unísono recomiendan que sea una inmobiliaria seria y con experiencia quien gestione todo el alquiler y los problemas que puedan ocasionar. Según Latorre “a los pequeños propietarios se les viene el mundo encima con problemas como estos y hace que una respuesta contundente se vuelva débil por temas personales”.

Sanz recuerda que “este primer caso que tuvimos fue recogido por el periodista Javier García, por entonces en Madridiario.es”.
Puedes ver  aquí la noticia que publicaron en www.madridiario.es

¿Te interesa?

Nos pondremos en contacto con usted